miércoles, 26 de agosto de 2009

Idées

Agarro el primer bolígrafo o lápiz que encuentro y comienzo a escribir para escapar de mi mente. Es lista, y me controla hasta el punto de no dejarme dormir. Sí, me controla, a veces la siento aparte, fuera de mí, como si fuera otra, no yo. ¿Y quién sabe quién soy yo? Ni yo misma sé. Aún cansada me siento extraña. Ella gobierna sobre mi cuerpo. De día actúa como sombra etérea y automática; de noche como destello, continuo, incoherente, imparable. Si quiere agradarme lo hace. Si no, recuerda cosas que no vienen al caso, evoca imágenes que me atormentan y me recuerdan una especie de vacío interior que mi estado medio dormido ha tratado de olvidar. Menuda compañera. Es muy poderosa, acaso mucho más que mi cuerpo. No me deja dormir. Si lo que querías era que escribiera algo, ya lo lograste. Aunque no sé si sea bueno lo que he escrito, pero al menos es algo. Un paso más hacia ese “sueño”. En comillas, sí. Sabes que desde algún rincón de tu conciencia dudas (¿ella o tú?). Mmm, escribir libros y crónicas, cuentos y relatos. Memorias disfrazadas en ficción. Alguien que se identifique con ellas. No todos viven las buenas vidas como Neruda, ni las trágicas. Algunos las viven siendo humanos solamente. ¿Merecen ellos ser leídos? Pensaré esto después.

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